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Santa Beatriz de Silva, un modelo de servicio a Dios y a la Virgen Inmaculada

Hoy, día 17 de agosto, es un día muy señalado para nuestras queridas monjas de Santa María pues celebramos la festividad de Santa Beatriz de Silva, fundadora de la Orden de la Inmaculada Concepción, que es la titular del Convento desde su creación en el siglo XVI. No hay mejor oportunidad para conocer algo más de esta Santa portuguesa cuya Imagen vemos todos los viernes en su capilla de nuestra Iglesia Conventual.

Beatriz de Silva nació en el año 1424 en Campo Mayor (Portugal). Sus padres fueron el caballero D. Ruiz Gomes de Silva, descendiente de los monarcas lusos y españoles, y la dama Dª. Isabel de Meneses, Condesa de Portoalegre e hija del Conde de Viana. De este noble matrimonio nacieron otros diez hijos, de los que Beatriz no sería la única en alcanzar la santidad pues también fue canonizado su hermano Amadeo, que tomó el hábito franciscano, fundó la Orden llamada de los "Amadeístas" y fue confesor del Papa Sixto IV.

La infancia y juventud de Beatriz se desarrolló en Campo Mayor, localidad fronteriza con España, donde recibió una esmerada educación por los frailes franciscanos, que supieron transmitirle la devoción a la Inmaculada Concepción de la Virgen María.

Beatriz fue elegida para formar parte de la corte de la Reina Isabel de Portugal cuando esta contrajo matrimonio con el Rey Juan II de España. Al parecer, la joven Beatriz era una mujer de gran belleza, tanto que, como cuenta la leyenda, hasta el propio monarca castellano se quedó prendado de ella. La Reina Isabel, presa de los celos, la encerró dentro de un baúl, donde estuvo durante tres días sin comer ni beber. Fue en ese doloroso cautiverio cuando a Beatriz se le apareció la Virgen y le dijo: "Quiero que fundes una nueva Orden en honor de mi Inmaculada Concepción, vistiendo hábito blanco y manto azul como llevo Yo".

Habiendo salvado milagrosamente su vida, Beatriz ofreció a Dios su virginidad y a Su Madre el compromiso de fundar esa Orden que le demandó. Abandona la Corte Real y se dirige a Toledo para retirarse en el Monasterio de Santo Domingo el Antiguo, de la Orden de RR.MM. Cistercienses. Allí habitaría durante treinta años, siempre ocultando su cara tras un velo, para que nadie pudiera volver a acusarle de seducir a hombre alguno. Fue en esos años cuando se ganó el cariño y la admiración de Isabel, la hija de Juan II, la que tiempo después sería conocida como Isabel La Católica.

Ya como Reina de España, Isabel se interesó por la promesa de Beatriz de crear una Orden concepcionista y movió sus poderosos hilos para que el Papa Inocencio VIII aprobase sus Reglas (Bula “Inter Universa” de 30 de abril de 1489). Ya entonces había conseguido de la Reina Católica la cesión de un Palacio en la ciudad de Toledo, donde Beatriz erigiría su primer Convento, el de la Santa Fe, con doce fieles compañeras.

Sin embargo, Beatriz no pudo tomar los hábitos puesto que días antes caería enferma falleciendo el 17 de agosto de 1492 a la edad de 69 años. Cuenta la leyenda que las personas que velaban su cadáver decidieron levantar el velo que le cubría la cara, sorprendiéndose por la belleza juvenil que aún conservaba pero sobre todo por el haz de luz, como si fuera una estrella, que irradiaba de la frente de Beatriz. Por eso es frecuente representarla con una estrella en la frente, en recuerdo de este milagroso suceso.

El franciscano Padre Fray Juan de Tolosa evitó la extinción de la recién nacida Orden impidiendo que se fusionaran en Toledo las concepcionistas con las dominicas. Luego, el también franciscano Cardenal Cisneros volvió a avivar la Orden y facilitó la fundación de nuevos conventos en Europa y América, fundándose veinticinco en un cuarto de siglo. Este crecimiento se vio favorecido por el enorme fervor que en aquellos años despertaba la Inmaculada Concepción de la Virgen María.

En 1926, Pío XI otorgó a Beatriz de Silva el título de Beata, siendo canonizada cincuenta años después por Pablo VI. Sus restos se veneran en el primer Convento de la Orden, el de la Santa Fe de Toledo, único fundado por la propia Beatriz.

Hoy, la Orden de la Inmaculada Concepción cuenta con más de ciento veinte conventos en Europa y América, entre ellos los dos que existen en nuestra Ciudad, el Convento de Santa María y el de la calle Feduchy.

Casa Hermandad

Inmemorial, Venerable, Pontificia y Real Cofradía de Penitencia de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Santa Cruz de Jerusalén, María Santísima de los Dolores y Santa María Magdalena

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