El Nazareno en el Pregón de Semana Santa
Éxito absoluto del cofrade Jesús Devesa Molina por el Pregón que dio ayer domingo en el Gran Teatro Falla, como altavoz de una Semana Santa que se vislumbra a la vuelta de la esquina. Fueron numerosos los momentos en los que el cofrade de la Hermandad de Borriquita recibió el aplauso emocionado del público asistente.
Emoción es la palabra que mejor puede describir el sentimiento que despertó la dedicatoria que hizo el pregonero a Nuestros Titulares, en especial a Jesús Nazareno, quien siempre estuvo presente en su oratoria. Tampoco quiso olvidar la conmemoración que celebramos este año y tuvo hermosas palabras de homenaje a la Cofradía por su IV Centenario y por la labor social y asistencial que realiza en el barrio de Santa María.
Desde estas líneas queremos felicitar y agradecer a Jesús Devesa esas palabras cargadas de fe, de cariño y de hermandad. ¡Enhorabuena, Pregonero!
A continuación recogemos algunos de los textos dirigidos a nuestra Cofradía:
Redobla Santo Domingo
allá por Santa María,
torreones que vigían
van marcando los latidos,
y hasta el alma da suspiros
cuando se atisba a lo lejos,
la antesala de un cortejo
y un final desenfrenado.
La cuaresma se ha gastado
como el pie del Nazareno.
¡Convento de Santa María!,
entonad un Padre Nuestro
de Fray Félix a Botica,
con suspiros de fervores
y devoción infinita.
Ya lo sueñan las murallas,
ya lo gritan las troneras,
¡que la Cruz del Nazareno
se detenga en calle Nueva!
Y si hay un Reino por antonomasia,
en esta noble y heroica ciudad,
ese es el reino que palpita noche y día,
en el barrio que lleva el mismo nombre de la Virgen.
Santa María.
Un humilde arrabal situado a orillas
del mar del Campo del Sur,
que bien podríamos identificar,
con laverdadera tierra de Cristo.
Sí,Cafarnaún.
Un pequeño pueblo costero,
que Jesús escogió para realizar la mayoría de sus milagros y enseñanzas.
Por ello, cada vez que releo en los diferentes pasajes evangélicos, los
diferentes milagros que hizo el maestro en ese rincón de Tierra Santa, no
puedo dejar de acordarme de ese barrio gaditano, donde vive
Nuestro Padre Jesús Nazareno.
Nos encontramos en un año especial para la Hermandad.
Un añomuy significativo para todos los gaditanos.
Pues en Cádiz, todos tenemos nuestra particular devoción,
pero a todos nos une nuestro fervor al Nazareno.
Un año en el que la Hermandad celebra el 400 Aniversario
de la llegada al Convento. 400 años de milagros,
de asistencia a sus vecinos y entrega a la ciudad.
En Cafarnaún tuvo lugar el milagro del
stater en la boca del pez.
Al igual que muchos vecinos humildes del barrio de
Santa María, se ponen en manos de Jesús cada viernes,
porque no tienen para llegar a fin de mes,
Simón Pedro, que tampoco tenía con qué pagar los diferentes impuestos
de ayuda al templo israelí, solicitó clemencia al maestro,
y cuando llegó la hora del pago,
un misterioso prodigio hizo que de la boca de un pez,
brotara una oculta y brillante moneda.
En Cafarnaún se produjo la curación milagrosa de un endemoniado;
la curación milagrosa de la madre de Pedro en ley, la
curación milagrosa de muchos enfermos que,
al igual que ocurre hoy en Santa María,
ofrecían sus cabellos como agradecimiento,
si por manos de Jesús,
quedaban sanados.
Cuando vuelvan a subir al camarín de Jesús Nazareno,
y vean los exvotos de sus fieles vecinos rodeando su silueta, o esos anónimos
papelitos doblados en la rendija o grieta de su peana, entenderán mis palabras.
¿Os habéis preguntado alguna vez, por qué en el panel de exvotos
de Santa María, nos encontramos a diario con muletas, trenzas o con
pequeñas fotografías de niños, niñas y demás familiares...?
Pues por dicha semejanza entre ambas tierras de Dios. Porque en el
Cádiz del siglo XXI, se siguen produciendo divinos portentos, como en el
Cafarnaún delaño XXX de nuestra era.
Curaciones milagrosas de paralíticos;
la curación milagrosa de aquel hombre con una mano seca
que nos cuenta el Evangelio,
o el milagro y la resurrección de la hija de Jairo.
¿Quién dijo que los milagros eran cosas de tiempos pasados?
Fíjense si son actuales, que
al igual que en Cafarnaún
hizo Jesús que un ciegorecobrara la vista,
también en nuestra ciudad, hace algunos meses
el Nazareno hizo que uno de esos vecinos que tenían ciegos los ojos de la fe,
de esos que renegaban de su nombre y de su icono en la cruz,
recuperara la visión del alma
aunque solo fuera por un instante
y recibiera sobre su pecho,
la medalla corporativa de la Hermandad.
Obra y milagro del vecino más antiguo del barrio de Santa María.
Por ello, queridos gaditanos, la Semana Santa también vive en el
barrio de Santa María.
Porque el barrio lleva 400 años viviendo estas historias,
que son las mismas historias que cuentan las sagradas escrituras.
Y en justa correspondencia, la semana que viene, al igual que los
vecinos han estado durante todo el año,
viernes a viernes,
yendo al Templo en busca de Dios,
ahora será Dios,
el que vaya en busca de sus vecinos, por las
diferentes calles de la ciudad.
Entonces...
La calle se hará convento
cuando el Rey de los Cristianos,
asome en “Jabonería”
la tarde del Jueves Santo.
Se harán retablos las torres
las estrecheces del barrio,
talladas con santa gubia
del dolor y del quebranto.
Porque el barrio más humilde
más artista y más gitano,
se hará santo presbiterio
y crucero enamorado,
de su Cruz de vida eterna
Santa Cruz de los parados.
Cada hogar y cada puerta.
Se harán eternos sagrarios,
cuando surja su silueta
visitando cada patio,
con la bella Magdalena
cogidita de su brazo.
La calle se hará convento
y el convento desertado,
se hará nostalgia infinita,
camarín abandonado,
sacristía sin aliento,
hermandad sin sus hermanos.
Quedará el convento sólo
con la ausencia en el retablo,
del vecino más antiguo
más humilde y más humano.
La Iglesia será la calle
y el gentío irá soñando,
entre gritos de silencio
y rezos encadenados.
La calle se hará convento
entre muros “lasalianos”,
llegando a “San Juan de Dios”
el único Alcalde Santo,
Regidor y Gobernante
de su pueblo gaditano.
Y en la calle “La Pelota”
echará su escapulario,
sobre un mar de tempestades
bendiciendo y ensalzando,
a esos que cada viernes
acuden a visitarlo.
Y volverán las miradas,
y volverán los quebrantos,
y volverá su misterio,
y volverá a emocionarnos
su perfil inconfundible,
con su espalda y pelo largo.
Y volverán las plegarias,
y volverán los aplausos,
y volverá a repetirse
la tradición en sus manos,
al llegar a “Catedral”,
elegante y soberano.
Volverán a repetirse
cada rito y cada acto,
con la hilera de recuerdos,
de nuestros antepasados.
La calle se hará convento
de vidrieras y de claustros,
de aceras reclinatorios
en el túnel de “Santiago”.
“Candelaria” y “Montañés”
se harán estación de paso,
en todas las casapuertas
cual viacrucis implorado.
Y allí estará “El Palillero”
como pulpito sagrado,
camarines los balcones
tabernáculos los palcos.
Y el viento querrá quedarse
en su rostro ensangrentado,
para secar sus heridas
con la brisa y con el manto,
de la noche más intensa
y hermosa de todo el año.
Por “Novena” y “Calle Ancha”
“San José” estará esperando,
y otra vez en “Plaza Mina”
el levante irá soplando,
despeinando esa melena
que lo hace tan humano.
La Calle se hará convento
para el Rey de los gitanos,
presente en los azulejos
repartidos por el barrio.
Calle “Tinte” es otro altar
es otro altar dibujado,
con la escala y la medida
de su cuerpo y de su paso.
Y el altar de “San Francisco”
de azahares exornado,en las jarras cinceladas
sobre troncos de naranjos.
¡Qué convento más enorme
tiene Cristo en su regazo!,
Tiene credencias y altares
desde “Nueva” hasta su barrio,
y una pila bautismal
que conserva el atlántico,
para bañar a los hombres
con el agua del Cristiano.
Cuando va de recogida
y lo esperan los gitanos,
llegando a la “Cárcel Vieja”
“Campo del Sur” gaditano.
Porque de nuevo Jesús;
el que camina descalzo,
el que nos da su talón
todos los viernes del año,
el que no mira, y te mira
cuando tú lo estás buscando,
el de las colas de fieles
que dan la vuelta al retablo.
El que frenó la epidemia,el que vieron caminando,
aquella noche de julio
entre rezos coreados.
El que nos quita las penas,
el que nos llena de encanto,
el que pudo calcinarse,
pero nunca fue quemado,
en las continuas revueltas
del Cádiz republicano.
El que asomó bajo un pozo
un dieciocho de marzo,
en el portal veintidós
de la calle del milagro,
gloriosa calle “Botica”
del corazón de su barrio.
Ese que a todos nos colma
de bendición y entusiasmo,
volverá a estar presente
en la estrechez de su barrio,
con su zancada de gloria
con su cayado de mando,
con María Magdalena
tras la sombra de sus pasos.
¡Porque de nuevo la calle
se hará convento y sagrario,
para Jesús Nazareno
la tarde del Jueves Santo!
Por eso, cuando el reloj del Jueves Santo sitúe sus manecillas al
límite y despidamos la trasera del paso de palio,
de María Santísima de los Dolores,
las campanas enmudecerán y Dios,
se hará presente en el Monumento.
Los andares propios y gaditanos
de la Esperanza Cigarrerasy un perfil tan radiante y señorial
como el de la Virgen de los
Dolores, Reina de Santa María.